Soy futura profesora, o esa es al menos mi intención. Para poder cumplir este objetivo no me sirve sólo con aprobar la carrera, no quiero ser profesora, quiero ser una buena profesora y para ello tengo que pensar y reflexionar mucho.
A lo largo de los años he tenido a muchos docentes con mi futuro en sus manos, unos me han dado alas y otros han intentado cortármelas. Conmigo creo que no han llegado a conseguirlo, que nunca han podido moldearme a sus anchas, no han conseguido imponerme un canon que se adapta a todo el mundo porque en el fondo sé que no debo estar dentro de él. Es duro escuchar estas palabras pero en mi opinión es así. No sé si es que los profesores no se saben la responsabilidad que conlleva su oficio o si les da igual, lo cierto es que ahora eso está cambiando (o eso queremos pensar), pero hace años era una locura. Lo que tenemos que hacer es enseñar, sí. Pero ¿enseñar a qué?
Debemos enseñar a las nuevas generaciones a ser ellos mismos, a valerse por sí solos, a ser diferentes al resto y a respetar esas diferencias, debemos quererles y hacerles querer, que sepan que pueden, que valen, que han de llegar hasta donde ellos quieran ir. Tenemos que darles alas, no cortárselas. Tenemos que darles la oportunidad de trazar sus caminos y brindarles una libertad que no les pueda quitar nadie.